Historia contada por Carol, enfermera, aunque esto le sucedió de estudiante.
Voy a ponerle un suerecito a un paciente jovencito y muy mono, ( el único de toda la planta), al entrar veo que lleva bránula heparinizada así que tengo que purgar el gotero. Ese día no quedaban guantes pequeños en la planta así que llevaba unos de la talla M que me quedaban bastante grandes. Cuelgo el suerecito en el palo de gotero que sale del techo, justo encima del paciente y me pongo a purgarlo con la mala pata que al ir a cerrarlo se me engancha el guante en la ruedecilla y no consigo ni cerrar el gotero ni quitar el guante de la ruedecita, con lo que el suero empieza a caerle al paciente por encima.
Conseguí desengancharme cuando quedaban tan solo dos dedos de suero. Terminé lo conecté como si nada hubiese pasado y me salí de la habitación sin la menor intención de volver a entrar jamás. A todo esto el muchacho no dijo ni una palabra, tan sólo me miraba y miraba el gran charco que había dejado en sus piernas y sabanas y me volvía a mirar así con cara de estar alucinando.
Me gusto tu historia te saluda una enfermera argentina.
ResponderEliminarHola Julia,me alegro de que te entretuvieras un poquito con el blog.
ResponderEliminarTe animo para que nos cuentas algunas historias de allí, Argentina.